Por Antonio Tellado.
Estamos en el año del centenario de Miguel Hernández y como era de esperar, ya desde los primeros actos dedicados a conmemorarlo ha saltado el escándalo por la utilización política del evento por parte de esa derecha extrema, tan crecida últimamente. En Orihuela, su pueblo, un poetastro de los que suele abundar en el ultraconservadurismo, se ha permitido aprovechar la efemérides para publicar un libelo en el que denigra la memoria del poeta y manipula su poemario para insultar a la izquierda en la que el Hernández militaba, mientras hace un desmedido elogio de los políticos de la derecha, incluidas la alcaldesa de Orihuela y la millonaria presidenta de la Comunidad de Madrid.
La manipulación de figuras de nuestra cultura no es nueva, presentándolas en homenajes y ediciones de forma muy diferente a como fueron en realidad por obra y gracia de la adulteración de sus biografías o la amputación de parte importante de su obra, a veces imprescindibles para la comprensión de su pensamiento. Ha ocurrido, por ejemplo, con Antonio Machado, Picasso o Federico García Lorca, del que últimamente un profesor de la Universidad de Granada -¡Qué pena que eso ocurra en una universidad tan prestigiosa!-, enseñaba a sus alumnos que Lorca era simpatizante falangista, cuando todo el mundo sabe que fue asesinado precisamente por sus ideas y su compromiso con la República, y es que los docentes, también deberían de ser decentes. Como consecuencia de tanto desatino en la enseñanza universitaria, el gran poeta Luis García Montero, tras 27 años en dicha universidad, abandonaba la docencia. Esos atentados contra la obra y el recuerdo de figuras de nuestra cultura suelen producirse cuando se trata de personajes de izquierda, que, claro está, no gustan a los conservadores. Están en su derecho, como en el de no participar si no quieren en tales actos de homenaje, pero no tienen el de insultarlos tergiversando o silenciando los hechos.
En el centenario del poeta Miguel Hernández en el que ya estamos, es imprescindible rememorar su compromiso con los pobres y los trabajadores, su militancia comunista, su defensa como miliciano de la República, y también su prematura muerte por tuberculosis en la cárcel de Alicante, víctima del hambre y las penalidades sufridas en su peregrinar por distintas prisiones, entre ellas la tristemente famosa de Ocaña. Sólo tenía treinta y dos años –que pérdida irreparable para las letras españolas- y una extraordinaria dignidad que quedó de manifiesto cuando le visitaron, ya muy enfermo, algunos emisarios de la dictadura, escritores que se habían plegado ante la brutal violencia del régimen, ofreciéndole la libertad si se retractaba de sus ideas, pero Miguel Hernández prefirió seguir en prisión antes de traicionarse retractándose.
Su obra no podría comprenderse sin tener en cuenta sus ideas políticas y su compromiso con la clase trabajadora –hay que utilizar este término necesariamente- que queda patente en ella, como en “Viento del pueblo”, que incluye poemas como El niño yuntero, ese niño que…Nace, como la herramienta/ a los golpes destinado,/ en él personaliza el poeta lo que significa el trabajo para el hombre en un mundo injusto, …Contar sus años no sabe,/ y ya sabe que el sudor/ es una corona grave/ de sal para el labrador./ Se duele Hernández por este niño, y naturalmente, por todo lo que representa Me duele este niño hambriento/ como una grandiosa espina,/ y su vivir ceniciento/ revuelve mi alma de encina./ Al rememorarlo emerge su rebeldía para finalizar el poema …¿Quién salvará a este chiquillo/ menor que un grano de avena?/ ¿De dónde saldrá el martillo/ verdugo de esta cadena?// Que salga del corazón/ de los hombres jornaleros,/ que antes de ser hombres son/ y han sido niños yunteros./ En otro poema, El sudor, éste es calificado como…Vestidura de oro de los trabajadores/ terminando con el siguiente llamamiento: …Emerged al trabajo, compañeros, las frentes:/ que el sudor, con su espada de sabrosos cristales,/ con sus lentos diluvios, os hará transparentes,/ venturosos, iguales./
Como poeta verdadero, nada de lo que ocurre a su alrededor deja de reflejarse en su obra: …decidme en el alma ¿quién/ amamantó los olivos?// Vuestra sangre, vuestra vida,/ no la del explotador/ que se enriqueció en la herida/ generosa del sudor.// No en la del terrateniente/ que os sepultó en la pobreza,/ que os pisoteó la frente,/ que os redujo la cabeza./ …Jaén, levántate brava/ sobre tus piedras lunares;/ no vayas a ser esclava/ con todos tus olivares./ También la guerra: …Vais de la vida a la muerte,/ vais de la nada a la nada;/ yugos os quieren poner/ gente de la hierba mala;/ yugos que habréis de dejar/ rotos sobre sus espaldad.// Y sobre todo el dolor que le producía estar en prisión separado de su mujer y de su hijo, como en su célebre Nanas de la cebolla:…Tu risa me hace libre,/ me pone alas./ soledades me quita,/ cárcel me arranca.//…No te derrumbes,/ no sepas lo que pasa/ ni lo que ocurre.//
Es evidente que la celebración del centenario de un poeta tan comprometido como Miguel Hernández no puede ser objeto de mixtificación por parte del mismo tipo de gente que él denunciaba en su poesía, que en este caso tienen muy difícil su ejercicio de ocultación y tergiversación al ser tan evidentes sus ideales comunistas y su compromiso, tan inseparables de su obra. En este caso, el sentido común y la ética más elemental por parte de organizadores de actos con motivo del centenario, debe impedir que se actúe como en otros casos, silenciando o mutilando, y mucho menos que tales actos sean utilizados en contra de lo que fue y representó Miguel Hernández, editándose para tal ocasión libros como el del ultraderechista poetastro oriolano.
(También podeis ver este y más articulos de Antonio tellado en laRepública.es
este, es del día 3-II-2010.)
miércoles, 3 de febrero de 2010
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